sábado, 16 de septiembre de 2017

EL PRESUPUESTO PARA EL 2018 (II). GASTOS INTOCABLES.16/9/2017

NOTAS AL TEMA

EL PRESUPUESTO PARA EL 2018 (II). GASTOS INTOCABLES.

Guillermo E. Zúñiga Chaves

Los gastos contemplados en el proyecto de presupuesto para el año entrante suman ¢9.3 millones de millones, o más sencillo decir ¢9.3 billones. Sin duda, es mucha plata.
Expliqué  la semana pasada que el Gobierno había presentado este  presupuesto bajo el “estado de necesidad”, situación que no se veía en la historia económica reciente.  Con esto justifica la imposibilidad material para atender todas la obligaciones legales y constitucionales.

EN GUERRA AVISADA… De manera que en este marco “…el Poder Ejecutivo ha decidido atender en forma parcial las obligaciones correspondientes a la asignación para la Educación Pública, al Patronato Nacional de la Infancia, y al incremento en la cuota estatal para el Régimen de Invalidez, Vejez y Muerte decretada por la Caja Costarricense de Seguro Social, entre otros…” (Exposición de Motivos, pág. 8).
Aquí se citan las primeras bajas. Aclara el documento que “…el Gobierno de la República se compromete a cumplir con sus deberes, presupuestando y girando los recursos oportunamente, de acuerdo con las condiciones y posibilidades fiscales imperantes.” (pág. 8). Se advierte entonces, que si la cobija alcanza, pues se gira.  Caso contrario… De ahí que ya apareció la primera manifestación del sector universitario.
COMPROMISOS CONSTITUCIONALES. A pesar de la “atención parcial” a los “compromisos constitucionales”, se les asigna ¢3.1 billones, esto es el 34% del total del gasto presupuestado.  Aquí se incluyen el Ministerio de Educación Pública, la Corte Suprema de Justicia y  el Tribunal Supremo de Elecciones, entre otros.  (pág. 9). ¡Qué tal si se hubiera incluido todo el mandato constitucional! La cifra sería aún más inmanejable.
EL SERVICO DE LA DEUDA. El otro gran componente intocable del gasto es el servicio de la deuda pública, que lo estiman en ¢2.9 billones, un 32% del total presupuestado. La tercera parte del presupuesto se va en atender la deuda. Esto se deriva del endeudamiento que se ha venido usando a lo largo de los últimos años. Y se debe mencionar que la Tesorería Nacional ha hecho un manejo muy inteligente  del endeudamiento, aprovechando las oportunidades que se le han presentado en el mercado, para  tener una gestión activa, haciendo canjes de deuda, alargando los vencimientos y otras cosas.
Como hemos experimentado déficits recurrentes, se ha acudido al endeudamiento y esa factura se tiene que pagar. Lo que le sucede a cualquier persona que se endeuda: en algún momento los compromisos deben pagarse. Desde luego el Gobierno siempre va a tener deuda; siempre va a emitir bonos. Pero resulta muy doloroso tener que destinar la tercera parte de los gastos del presupuesto para cubrir ese propósito, en lugar de destinarlo a programas de desarrollo.
De hecho es necesario resaltar que el monto de los intereses que se pagarán el año entrante rondan los ¢1.4 billones de colones. (pág.10) Esto representa  un 15 % del total del gasto, que se lo  llevan los inversionistas dueños de la deuda pública. ¡Todo lo que se podría hacer con esa plata! Los servicios que se podrían dar a la población, si en lugar de pagar tanto en intereses, se destinaran a otros programas.

De manera que este tema del déficit y el endeudamiento público no es un asunto exclusivo del Gobierno; sino que, dependiendo cómo se manejen estas cosas, los efectos en la población son enormes. Y serán mayores si hay más complicaciones, como lamentablemente parece ser la tendencia.


CONCLUYO. La revisión de estos dos grandes rubros, que entre ellos representan casi dos terceras partes del presupuesto, nos dejan ver con claridad que cuando se argumenta  que con solo cortar los gastos se arregla el problema fiscal, resulta una solución simplista. Es una posición políticamente muy cómoda, pero  insuficiente.  No quiere esto decir que no se deba revisar cada gasto, pero hacer recortes va a requerir, inclusive, modificaciones a los mandatos constitucionales. Y cambiar la Constitución no es sencillo.

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