NOTAS AL TEMA
UNA PATRIA CRISPADA.
Guillermo
E. Zúñiga Chaves
Crispar: Irritar o exasperar a alguien
(Diccionario de la Lengua Española).
Es cierto que la confianza del
consumidor cayó este mes; pero esto no es lo más importante. Otras cosas
subyacen en la sociedad, más densas, de mayor calado y mayor cuidado.
El
Índice de Confianza del Consumidor
es un indicador del estado de ánimo de los consumidores. El miércoles pasado
publicaron los resultados de la última encuesta, la número 55, correspondiente a
agosto de 2017. “…se asume que el optimismo hacia la economía genera
confianza entre los consumidores… y que, por el contrario, la incertidumbre produce pesimismo…”, dice
el reporte. De esta forma, lo que se está midiendo son actitudes y expectativas
de los consumidores. Estas se afectan por múltiples razones.
Esta encuesta se hizo entre el 3 y el 18 de agosto. Dice el documento que “…la confianza de los consumidores disminuyó
significativamente en los últimos tres meses…” El índice cayó 2,2 y los
investigadores consideran que si bien la disminución en términos absolutos es
pequeña, resulta “... significativa y revela que actualmente los
consumidores dejaron de valorar positivamente lo que experimentaban hacia la
economía nacional”.
POSIBLES CAUSAS. Cierto que los
resultados del índice están afectados por motivaciones económicas. Posiblemente
la que más impactó fue el anuncio del Presidente del 1 de agosto cuando nos
dijo que la Tesorería Nacional no tenía suficiente liquidez. El posterior esfuerzo
del gobierno por desdecirse, tampoco ayudó; creó incertidumbre. Sin duda ese dato está afectado por los aumentos
en las tasas de interés, o por el aumento del tipo de cambio que tuvimos o por
el de precio de la gasolina, o la dificultad para encontrar empleo. Pero estos son
factores, llamemos, económicos.
OTROS FACTORES. Hay otros asuntos de
la vida nacional que no son estrictamente económicos, que están afectando el
ánimo de los costarricenses, que no son capturados por ese indicador y que
están afectando la confianza actual y futura. Giran en torno a las declaraciones que se
dan en las comisiones investigadoras de la Asamblea Legislativa y las secuelas
que traen. Los señalamientos son muy amplios, pues van desde posible
tráfico de influencias, impericia o negligencia administrativa, problemas de
gobierno corporativo, hasta eventual uso de la investigación para intereses políticos electorales, para citar
algunos. Cada declaración genera nuevas
dudas. Se ha creado un clima de desconfianza generalizada, no solo sobre los
actores políticos, sino sobre los mecanismos institucionales que nos rigen. Así
de serio es el tema.
No
ayuda en nada que el Presidente diga que lo que hay es una campaña de
desprestigio en contra de él y su gobierno, y que él tiene ubicados al los
responsables de esa campaña. (Diario Extra, 29 de agosto, pág. 3). Es insuficiente.
No
ayuda en nada que el Fiscal General afirme, palabra más, palabra menos, que es imposible hacer una investigación
cuando a uno le alborotan el panal, pues
se hacen las denuncias pero no le aportan la información en las que se basan.
Esto lo escuché esta semana en el programa radial Nuestra Voz. Le entendí que le
preocupaba que al final el alboroto es tan grande, que puede llevar a la
impunidad.
La
confusión ciudadana y el desanimo aumentan, y la sensación de impunidad crece. Mala
seña.
CONCLUYO. Muchas veces he insistido en hacer un manejo
concertado del inevitable ajuste económico
que se nos viene encima. Hoy adiciono que se debe recuperar la confianza
ciudadana, sin lo cual, nada caminará. Dar salida, dentro del marco
institucional y jurídico, a esa olla de presión que se está creando. Se deben investigar las cosas para sentar
responsabilidades. Sin embargo, dependiendo de la forma en se manejen los
procesos, los resultados pueden ser insospechados. No se debe manosear la información, para no corromperla. Hay un
caldo de cultivo que puede terminar en cualquier cosa. La Patria está sacudida.
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