NOTAS AL TEMA
FALTA TELA QUE CORTAR
Guillermo
E. Zúñiga Chaves
Hizo bien el presidente electo D. Carlos Alvarado en salir al paso
y con claridad decir que la propuesta fiscal que está viendo la Asamblea, el proyecto
20.580 “Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas”, es insuficiente. Y lo
es, en un doble sentido.
Por una parte, estáN los temaS
puramente numéricos. Lo que este proyecto
produce, entre recortes y nuevos ingresos, llega al 2% del PIB; esto es como
unos ₡660.000 millones de colones. La fuente es el Ministerio de
Hacienda, citado por Diario Extra, el miércoles 11 de abril. (pág. 7).
El año pasado el déficit financiero
fue de cerca de ₡2 millones de millones (6.1% del PIB). El déficit primario fue como ₡1 millón de millones (3% del PIB).
La diferencia entre ellos, es que el resultado financiero incluye el
pago de los intereses. Esto nos dice, que el año pasado el pago de intereses se
comió 3% del PIB. Es mucha plata.
La proyección que se tiene para este año 2018 es que el déficit
financiero, de no hacerse nada, llegaría a 7% del PIB. Con ₡660.000 millones que da este proyecto, los números no alcanzan. Con el resultado esperado para este 2018, sin la menor duda, hay
mucho trecho por caminar, pues se va a requerir un esfuerzo, entre más recortes
de gastos y mayores impuestos, de alrededor del 3.5% del PIB y en la de menos
del 4% del PIB.
Esto no se puede hacer a la carrera; requiere de mucha negociación. En el papel, es cuestión de sumar o restar. En la
vida real, cada cifra impacta directamente a las personas. Y es una negociación
delicada, necesaria e impostergable.
En esas “sumas y restas” para decirlo de alguna forma, hay que tomar
en cuenta un horizonte de tiempo. Hablar
de ajustes del 3% del PIB o más, tiene efectos enormes en la economía, por lo
que debe dosificarse. Se requiere acordar los montos de ingresos nuevos,
los recortes de gastos adicionales, los mecanismos para llegar a esos valores y
la línea de tiempo para ir aplicando los ajustes que se pacten. El compromiso
que se asuma, se cumple por medio de la ley que surja. La negociación de este acuerdo fiscal, será la base del nuevo pacto
social.
Nunca he sido partidario de darle un trámite
de vía rápida, por medio del 208-bis como se le llama, a las reformas hacendarias.
Lo que se juega es muy delicado, para “correr”. Además la historia reciente nos
recuerda las fallidas reformas de D. Abel y de D. Laura. La Sala se las trajo
abajo por asuntos de procedimiento. Estas “vías rápidas” siempre son riesgosas.
POR OTRO LADO, este proyecto es insuficiente en los
contenidos. Decía arriba sobre la necesidad de acordar
el reparto de las cargas entre todos los grupos sociales, y desde luego, hacer
que el impacto en los grupos más pobres sea lo menos doloroso posible. Entonces,
temas como la renta global empresarial debe
venir a la mesa. Esta haría más progresivo el pago del impuesto sobre la
renta. Ni siquiera incluiría la renta mundial, aunque esa “estuvo aceptada” en
el acuerdo nacional de meses atrás. ¿Tiene sentido replantearse el IVA más alto
con devolución a los estratos más bajos? Lo mínimo sería repasar los estudios,
y considerarlos. La progresividad del
sistema tributario es una necesidad. Estas son cosas muy sensibles, que requieren
tiempo para cocinarse.
Y el otro aspecto que debe venir de la mano junto al pacto fiscal,
es medir la forma en que estos ajustes impactan a la actividad productiva
nacional. No se puede matar la gallina de los huevos de oro. Por el contario,
es una buena oportunidad para impulsar un proceso donde a cambio de los nuevos impuestos
que se les va a pedir a las empresas, el gobierno debe hacer compromisos para
mejorar la competitividad sistémica.
CONCLUYO. Es muy meritorio el esfuerzo que están haciendo el Gobierno y la
Asamblea. Entiendo la urgencia de dar señales y facilitarle espacios al nuevo
Gobierno, y de ahí el acuerdo legislativo del 208-bis. Pero lo que está en
juego es tan estratégico, que manejarlo a las carreras puede resultar
contraproducente.
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