NOTAS AL TEMA
EL DAÑO ESTÁ HECHO
Guillermo
E. Zúñiga Chaves
El Ministerio de Hacienda nos dio una nueva sorpresa esta semana. Cuando
la señora Ministra D. Rocío Aguilar fue
a la Comisión de Asuntos Hacendarios a solicitar la aprobación del primer presupuesto
extraordinario (que le permita utilizar ₡ 600.000
millones para amortizar deuda), reconoció
que habían hecho pagos por ₡ 48.000 millones sin tener autorización presupuestaria. (“Hacienda paga ₡ 48.000 mills. de deuda de forma ilegal”; Diario Extra, 8 de agosto de 2018, pág. 3).
Precisamente, Hacienda solicitó este presupuesto para poder amortizar
deuda; pero en su trámite, apareció el hecho que esos pagos se están haciendo sin autorización legislativa. Desde
luego, la pregunta que los mismos legisladores se hicieron es para qué fueron a
pedir permiso, si ya lo estaban haciendo.
Contratos de colocación. Con esto de los pagos de amortización de deuda “no previstos” en
el presupuesto, se han intentado los más variadas explicaciones o excusas. Pero
hay un hecho que parece haberse olvidado.
En el segundo semestre del año pasado, el Ministerio de Hacienda le informó al país que estaba trabajando en
la venta de hasta unos US$ 1.500 millones a través de un contrato de
colocación. Esto vendría a solucionar los problemas de caja de fin y principio
de año.
Un contrato de colocación es
un mecanismo por medio del cual el Gobierno puede colocar una emisión de bonos a través de un intermediario quien
presta los servicios de colocación y distribución de valores. (Artículo 42
del Reglamento de Oferta Pública de Valores). Todavía hacia finales del año se
hablaba de esta opción, aunque nunca se supo quién sería el agente colocador y
quién sería el comprador internacional de esos bonos. Mucho menos supimos a qué
plazo se estaba planeando contratar esa
deuda.
Este negocio se cayó, lo que obligó a hacer colaciones de corto
plazo. Pero nada de esto nos dijeron, ni tampoco lo dijeron cuando a finales de febrero de este año, se presentó
el plan de endeudamiento para el primer semestre de 2018.
La apuesta fue que esos vencimientos se podrían manejar por medio
de canjes de deuda, para lo cual, de acuerdo
a la práctica, no sería necesario pedir autorización presupuestaria. Pero
el mercado no reaccionó favorablemente. Ahora sabemos que los canjes no se dieron.
Entonces, no les quedó más remedio a las autoridades hacendarias, que ir a
explicar a la Asamblea, que necesitan la
autorización del presupuesto extraordinario, para hacer frente a esas amortizaciones.
La señora Ministra se queja que no fue informada. Y ahora reconoce
que desde junio se ha venido haciendo frente a esas amortizaciones sin tener
contenido presupuestario. En palabras simples,
se ha tomado fondos de la caja general, para pagar esos compromisos.
Desde luego entiendo que no haber pagado posiblemente hubiera sido
un mal mayor. Si no amortizamos a tiempo, caemos en incumplimiento (default, se le llama en la jerga); cosa gravísima. Pero el haberse tardado tanto
tiempo para informar a la Asamblea Legislativa de la situación, es también muy grave,
inaceptable y en la de menos, malicioso, tomando en cuenta que desde principios
de año los responsables debían conocerlo. Los
inversionistas no ven con buenos ojos estas cosas; se crea demasiada incertidumbre. El mercado nos va a cobrar estos manejos y el
endeudamiento futuro va a ser en condiciones muy duras para el país.
LA CONTRALORÍA. Para terminar de hacerla, este jueves la Contraloría General de la
República, en su informe Evolución
Fiscal y Presupuestaria del Sector Público - Primer Semestre 2018, nos dice que el monto de las “amortizaciones de títulos
de la deuda sin contar con el necesario contenido presupuestario al 31 de julio
de 2018 por un monto de ¢182 mil millones (¢48 mil millones
de corto plazo y ¢134 mil millones de largo plazo)...”. La cifra resultó ahora casi 4 veces más
grande que la originalmente informada.
CONCLUYO. No hacer esas amortizaciones a tiempo, sería fatal. Hacerlas
sin los contenidos presupuestarios correspondientes, es igualmente grave. La aparición de cifras cada vez distintas y mayores, es una pésima
señal, con enormes consecuencias negativas. Esto hay que pararlo.
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