NOTAS AL TEMA
COMPROMISOS del próximo gobierno
Guillermo
E. Zúñiga Chaves
He señalado la urgencia de resolver una serie de problemas que han
venido acongojando al país. Sin duda, la próxima administración se enfrentará al
tema de la creación de empleos, al manejo cambiario y de la inflación, a los
asuntos salariales, a la lentitud en la ejecución de la obra pública, a enderezar
las cuentas fiscales, en fin, los asuntos que nos han venido ocupando en los últimos
años. Estos y otras dificultades están ahí y el próximo gobierno tendrá que
atenderlos con prontitud y habilidad.
Sin embargo, hay un tema que me parece central y que en ocasiones
anteriores he tocado tangencialmente. El
principal problema del país es político. Quien tome las riendas del Ejecutivo
debe entender esto y debe priorizarlo.
¿En qué sentido lo pienso? A lo largo de los años se
ha venido erosionando la credibilidad en la política y en los políticos. Producto
de malas decisiones, de malos manejos, de promesas no cumplidas, de derechos dados
en el papel pero sin contenido económico para hacerlas realidad y un gran
etcétera, llegamos a una sociedad que no
se mueve, que se percibe como estancada. Esto nos ha llevado a que los ciudadanos satanicen la política y la rechacen .
La participación ciudadana, que existe, es limitada. El reciclado
de personajes en la arena política, tampoco ayuda mucho. O el decir una cosa y
hacer otra, tampoco colabora. Lo grave
es que no solo se deslegitima a los políticos, si no que hay una evidente amenaza
a la institucionalidad del país. De esto
a que se presente un resquebrajamiento
del equilibrio democrático no hay más que un paso. Sí, estamos en una
encrucijada en la cual la institucionalidad no atiende las necesidades de los ciudadanos.
Hay una enorme desconfianza entre los actores que impide logar acuerdos.
Como las decisiones políticas se postergan, los ciudadanos llevan
los casos a la Sala Cuarta y se
judicializa la política. El actor político
evade su responsabilidad y deja la decisión en manos
de otros. Pero no solo se ha judicializado en ese sentido; también muchos conflictos
que son de la esfera meramente política, son llevados al Ministerio Público, como
mecanismo para inmovilizar a los actores y sus propuestas, aunque al final de
los años se descubra que no había fundamentos para las acusaciones. El daño
está hecho para las personas y aumenta la desconfianza social. Flaco favor a la
democracia.
Por eso el país requiere
de dirigentes que le hablen con la verdad y expongan con claridad sus visiones. Desde luego que el Presidente que elijamos no puede manejar las
cosas por decreto. Se requiere del concurso de la Asamblea y otras instancias. Pero lo que no se vale es andar armando una
campaña poniendo por delante la calculadora política.
Por ejemplo, si el país necesita una reforma hacendaria, se debe
decir con claridad la forma en que se entiende. Esa historia que en época electoral no se pueden hacer cosas, por cálculo
electoral, debe desterrarse. O si creemos que hay que profundizar la
inserción en la economía mundial, que se aclare cómo hacerlo y el por qué. O si
estamos a favor de la unión de personas del mismo sexo, que así se exponga. Se deben hacer los pronunciamientos claros
para que el electorado escoja.
Daño hacemos a la democracia, y a la marcha del país, si pensamos
que hacer “buena política” es andar escondiendo, por cálculo electoral, lo que verdaderamente
pensamos. Ese liderazgo claro, con propósitos definidos, es lo que necesitamos.
Cuando los dirigentes hablen con la
verdad, sin cálculos electoreros, empezaremos a recuperar la credibilidad en el
sistema, el espacio para los acuerdos y
la vida democrática.
Las campañas políticas, inclusive las pre-campañas de los
partidos, deben ir más allá de los “amarres políticos” y volverse cada vez más transparentes
y más propositivas. Es más, deben ser profundamente educativas, porque así
entendida, la Política es una actividad noble. El cinismo debe desterrase de la política. El
político cínico hace daño a la democracia.
Coherencia entre lo que se piensa y lo que se hace. Sinceridad, transparencia,
propuestas claras y sobretodo, un inmenso compromiso por el bien del país.
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