sábado, 16 de diciembre de 2017

HERMANITICAS. 16/12/2017

NOTAS AL TEMA

HERMANITICAS.

Guillermo E. Zúñiga Chaves

En el año 2011, en los Estados Unidos hubo un intento por pasar por el Congreso una reforma constitucional para obligar “al presupuesto equilibrado”.  La iniciativa vino del Partido Republicano, con el apoyo del Tea Party. ¡Que causalidad!

El 28 de julio de 2011, ocho economistas norteamericanos, cinco de los cuales habían ganado el Premio Nobel de Economía, le enviaron al Presidente Barack  Obama, al Presidente del Congreso, a los líderes de mayoría y minoría de la Casa de Representantes y del Senado,  una carta en la que instaban  al Congreso a rechazar la pretendida enmienda constitucional. Éstas y otras respetadas voces se escucharon y el intento falló. (Fitoussi, Jean; Europe: a child of the economy, an orphan of politics, 2013).

CINCO PREMIOS NOBEL DE ECONOMÍA. Aquí poco se recuerda de este fallido intento de los conservadores americanos.  Los premios nobel que firmaron esa carta fueron: Kenneth Arrow, Peter Diamond, Eric Maskin, William Sharpe y Robert Solow.
 Entre otras cosas les dicen: “fijar un requisito en la constitución para que el presupuesto se equilibre cada año representaría una política inapropiada”. Y  añaden definiendo con claridad su oposición: Agregar restricciones adicionales, como lo harían algunas propuestas de enmienda del presupuesto equilibrado, como un tope arbitrario en los gastos federales totales, haría que la modificación del presupuesto de equilibrio fuera aún peor.  (Traducción libre). Esto lo dicen nada menos que 5 premios nobel de economía. Más claro no canta un gallo. EN COSTA RICA. Por el contrario, aquí en un plazo de un mes, una Comisión Especial de la Asamblea aprobó por mayoría, una propuesta de regla fiscal a nivel constitucional.  La ortodoxia económica criolla encaramó en su tren al PLN y al PAC y dieron este primer paso.  Expliqué la semana pasada que aplicar esta regla es poco viable.
 ¿REGLAS O ACCIONES DISCRECIONALES? Este es el debate viejo que ha habido en el diseño  y el análisis de la política económica. Los economistas  ortodoxos son de la idea que lo mejor es definir reglas, ojalá a nivel constitucional, de manera que quienes lleguen a ejercer el poder, se deben restringir a la tarea de administrar lo que otros les aprobaron.
 Lo que expresan es un  gran temor por el ejercicio del poder; por la discreción en el diseño de la política, como si esto no fuera parte de la vida en democracia. Los grupos van a una contienda electoral cada cuatro años, y el pueblo escoge  a quien le da el poder.  Por ello deberían tener suficientes grados de libertad para gobernar.
Con las reglas, sean constitucionales o no, los gobernantes quedan con las manos bastante amarradas.  Como si quienes definen las reglas no estuvieran tomando también decisiones políticas. Le temen a las decisiones políticas, pero a las que toman otros. ¡Qué contradicción!
 HERMANAS. Algo parecido pasa con el tema de la “independencia del Banco Central”. En nuestro caso no es una regla constitucional, pero  se insiste en esa independencia, como si el Banco Central fuera un gobierno autónomo dentro del Gobierno del país.  Al Central le cambiaron la ley y le dejaron como tarea principal el control de la inflación. Se olvidaron de otros objetivos igualmente importantes, como el empleo.
 En mi corto paso por la Asamblea  propuse, junto con otros diputados, que el objetivo del empleo tuviera el mismo rango que el objetivo de la estabilización. Fue el proyecto 18.056. El ataque que recibió ese proyecto desde el Ejecutivo, en manos del PLN en aquel momento, fue enorme. Tampoco en el gobierno PAC prosperó la idea. Este es otro tema estratégico de la política económica en que se juntan.
 CONCLUYO. Si bien estas normas no son completamente iguales, pues una es fiscal, otra es monetaria, una es a nivel constitucional, la otra es una ley ordinaria, siguen siendo hermaniticas. Son hijas del mismo padre, de esa alianza política que les dio vida,  fiel a la ortodoxia económica que privilegia las “reglas que sujeten las manos” a la política económica. ¿Qué otros “amarres políticos” nos faltará ver?







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